LA FE

Aprender a abrir tu corazón y tu raciocinio. Es una de las características fundamentales que diferencian a un creyente de uno no creyente. Sin esto es imposible llevar a cabo el secreto de la confesión.

He tenido una conversación muy importante con un párroco de la Iglesia Católica Polaca. Me ha dejado muy pensativo.
Me ha dicho que las personas ya mayores de edad que se encuentran ineresados o atraidos por la Iglesia Católica, deben pasar una especie de curso que dura mas o menos un año, con una clase por semana. Es un grupo que se forma por personas interesadas en convertirse al catolicismo, en donde se les enseña a ser católicos y se les prepara para el bautismo.Son clases en donde tu mismo te vas dando cuenta si es verdad que crees o no. Hay muchos que abandonan esas clases, pero los que quedan encuentran en la oración y en la creencia, la paz y la armonía que tanto buscan.

Durante este tiempo que llevo blogeando, siempre me ha sorprendido con la fuerza y la seguridad a la que se refieren a Dios y a los dones del espíritu santo los creyentes que me escriben. Cuando hablamos del amor, de la paz, de la justicia, de la sabiduría, de la fortaleza, de la piedad y por supuesto de la fe.

Al parecer creer en Dios es ante que nada creer en uno mismo. Esta es la "fuerza secreta" que te permite poner al mal tiempo buena cara y aguantar las vicisitudes de la vida. Anteponiendo a los siete pecados capitales siete virtudes.

A la ira, la paciencia.
A la envidia, la caridad.
A la soberbia, la humildad.
A la avaricia, la generosidad.
A la lujuria, la castidad.
A la pereza, la diligencia.
A la gula, la templanza.

He de reconocer que me encuentro muy pensativo. He entrado en un estado de profunda reflexión, sobre lo que creo y no creo.

Volviendo a las primeras palabras de este post, saber abrir tu corazón y tu raciocinio, en este caso a Dios a través de la confesión, es lo máximo de la honestidad consigo mismo a la cual uno puede aspirar.
No cabe duda de que éste sagrado elemento dentro de los sacramentos de curación no debe convertirse en una acto meramente formal. Si fuere así no surtiría ningún efecto.

El arrepentimiento y el perdón, dos nociones que últimamente han estado alejadas de mi espíritu. No me cabe duda de que siendo o no creyente esto es un error. Pero por otro lado saber arrepentirse y perdonar, significa también saber abrir tu corazón y tu raciocinio HONESTAMENTE. Esto es algo que debo aprender a hacer con suma prontitud si es que deseo no perecer en el intento.

Como les digo la conversación con el padre Svignev, me dejo muy pensativo. Espero me ofrescan vuestras reflexiones sobre el tema de aprender a abrir tu corazón, tu alma y tu raciocinio.

Gracias.